Hdad. del Rocío de Sevilla – Cerro

Misa de acción de gracias por la Santa Misión, en el Gran Poder

Los miembros de la Junta de Gobierno posan junto al Hermano Mayor del Gran Poder

La Hermandad de Gran Poder tuvo a bien invitar a la Hermandad del Rocío de Sevilla – Cerro del Águila y a la Hermandad de los Dolores a una Eucaristía en acción de gracias, celebrada ayer en la Basílica del Señor del Gran Poder, con motivo de la Santa Mision en Tres barrios-Amate.

Durante dicho acto, los miembros de la Junta de Gobierno presentes tuvieron la oportunidad de hacer entrega de un presente que se le tenía preparado al Señor, en su esperada venida, finalmente frustrada a causa de la lluvia, a nuestra Parroquia con motivo de las Misiones. Consiste en un juego de gemelos de oro y amatistas creados por orfebrería Villarreal y bendecidos durante el transcurso de la Eucaristía.

Se trata de un diseño exclusivo, en el que se puede apreciar la amatista central como piedra preciosa, la cual es la única que lleva el Señor, engastada en una Cruz Griega en oro, que nos hace recordar las aureolas de la medalla rociera, comúnmente llamada de Pandereta. En el cierre trasero y muy sutilmente grabado en el reverso, se puede leer: “Rocío” y “Cerro”.

Una vez finalizada la misa, nuestro Hermano Mayor, D. Antonio José Fernández, le hizo entrega también al Hermano Mayor del Gran Poder, D. Ignacio Soro, un recuerdo con una foto de nuestro Bendito Simpecado con motivo de recuerdo de tan magnífica efeméride.

Los Gemelos de N.P. Jesus del Gran Poder regalo de la Hermandad del Rocio del Cerro del Águila, realizados en oro de ley y amatistas por orfebrería Villarreal (Por Mario López Barrajon, doctor en Historia del Arte y profesor de la Universidad Pontificia Comillas)

Las piezas (gemelos) son idénticas en su forma y decoración, siendo del denominado tipo “cadena” en la que los “botones decorativos” se unen con pequeños eslabones a sendas barras planas donde aparecen grabadas las palabras “ROCIO” “CERRO”.  

Los “botones” fundidos poseen forma de flor de cuatro pétalos en la que se inscribe una de cruz griega de brazos redondeados. Este diseño es muy habitual en el repertorio decorativo tardomedieval y recuerda lejanamente a la medalla de la Hermandad del Gran Poder, y mas cerca, a la tradicional “medalla de la pandereta” de la Virgen del Rocío. 

El significado simbólico de la Cruz griega aludiría a la Resurrección más que a la pasión, a la victoria de Cristo sobre sobre la muerte. Las flores de cuatro pétalos se hallan presentes en las tradiciones artísticas más antiguas del mundo y que se pueden asimilar a sol, a los cuatro elementos, a los puntos cardinales, los cuatro evangelios e incluso los 4 arcángeles.  Los pétalos están dispuestos en diagonal y a su vez poseen fundidas pequeñas flores en cada uno de ellos, en el centro y en forma de aspa cuatro hojas lanceoladas que confluyen en una amatista engarzada (cabujón).

El nombre de esta piedra de tonalidad morada proviene del término griego amethystos, que significa ‘sobrio’, y en la antigüedad era valorada como antídoto frente a la embriaguez. El cristianismo asimiló la sobriedad a la sencillez a la humildad y a la renuncia de los bienes materiales. Se afirma que era una de las doce piedras que decoraban el pectoral de los sumos sacerdotes que custodiaban el templo de Jerusalén representando a cada una de las doce tribus de Israel.

En la Edad Media pasó a formar parte de las joyas de cardenales y obispos presente en sellos (anillos), cruces pectorales y se convirtió en un símbolo de castidad, sabiduría divina y renuncia de los bienes materiales. Sus tonos purpúreos y rojizos representaban los efectos castigadores y purificadores del sufrimiento. 

Algunos creían que estos colores aludían a las heridas y el sufrimiento de Cristo. Por lo tanto, se utilizaron amatistas para ayudar a la cicatrización de heridas. A menudo vista como una piedra de paz, la presencia calmante de la amatista se cree que produce sueños tranquilizadores al poner al soñador más en sintonía con lo Divino. El purpura morado de la amatista también es el color de los hábitos de los nazarenos en consonancia con la túnica que vistió Cristo durante su pasión.

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